domingo, 26 de mayo de 2013

Presentación Castellano

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Muchas veces el título es imprescindible para entender el microrrelato, y es obvia la razón: si contamos algo lo más breve posible sería gratuito repetir información o largas explicaciones en el título. En el caso de “La uña” no es necesario el título para entender el relato, pero ayuda a poner énfasis en lo que será importante en él. Un ejemplo de un título que ayuda a comprender el relato sería “Veritas odium parit” de Marco Denevi.
El cuento de Aub no sólo hace sonreír al lector al leer las palabras finales, sino que va más allá: se trata del juego con la perspectiva. Estamos acostumbrados a ver el mundo desde nuestro punto de vista, o desde el de otros individuos, tal vez narradores omniscientes, pero la perspectiva suele ser humana, o de algún ser animado. En este caso cambiamos de perspectiva, una uña se hace con el papel protagonista y adquiere facultades tan humanas que incluso cabe la “imperfección”que en suma termina en la venganza –de nuevo, un sentimiento que no es precisamente propio de las uñas–. Vemos en cada aspecto el absurdo –“absurdo, sólo tú eres puro” (Vallejo)– de Max Aub, junto a su imaginación y creatividad excelentes que están presentes en toda su obra.
Esta otra perspectiva, y la historia entera, recuerda a otro microrrelato, “Las líneas de la mano” del ya mencionado libro de Cortázar. Aquí se nos presenta el recorrido de una línea de la mano –a diferencia del cuento de Aub, no se repite en ningún momento del cuento que se trata de la línea de la mano, sólo aparece la palabra “línea”, y por tanto sin el título es imposible entender el cuento– que va desde una mano que tira una carta hasta llegar a la mano de un hombre desesperado en el justo momento de quitarse la vida. Igual que Aub cuenta el recorrido de la uña, explicando cómo puede llegar de un sitio a otro, cómo por ejemplo llega a la cama de los dos amantes porque puede subir por la orilla del cabecero, vemos en el cuento de Cortázar que la línea de la mano también facilita su camino mediante el uso de muebles y elementos parecidos.
Observamos la diferencia en que en el caso de Cortázar el “observador” se topa con cierta dificultad de seguir la línea, es decir, el lector no se reencuentra en la perspectiva de la línea de la mano, sino que la persigue con mucho interés para no perderse qué hará y dónde terminará. Como ya se ha dicho, en el microrrelato de Aub el lector adquiere la perspectiva de la uña; cuando ella se esconde, no cabe duda que nos escondemos con ella a la par: “escondiéndose tras la cómoda hasta el recodo de la pared”.
También el sentimiento humano se manifiesta en ambos casos, por un lado la venganza de la uña y por otro lado la voluntad de la línea de llegar cueste lo que cueste al destino tamizado. No obstante, la mayor similitud yace en que los dos cuentos terminan en muertes: la uña –o mejor dicho, el difunto uñificado– mata a los amantes, y la línea de la mano presencia –casi, ya que el cuento se cierra antes del propio disparo– el suicidio de un hombre. Para ello se utiliza el típico recurso surrealista de los membra disiecta, que simboliza el mundo caótico, desordenado y de un sujeto mutilado –en este caso, una mutilación elevada a la cesación de la vida–.

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